viernes, 19 de febrero de 2016

Desayuno.

Siguiendo con mi propósito de rendir cuentas, como se les pide a los funcionarios,  transparentemente y constantemente, aquí les comparto mi desayuno.

Un omelette. Le puse verduritas, queso mozzarella, una tortilla y rebanaditas de aguacate. Lo malo es que calenté la tortilla en el microondas del trabajo y se hizo dura la tortilla, por eso se ve así. :( Y mi té. No puede faltar mi té. Es de hierbabuena con limón.

Yummy.

Y aquí va la colación del día: pepino y jícama con chile y limón. :3

jueves, 18 de febrero de 2016

"Ya no veo que estés bajando, hija."

... Am I?

Podrán deducir algunos en mi entrada pasada que no me fue bien con la nutrióloga. Por fin sucedió; me caí de la carreta y ahora toca volverme a subir. Pero me está costando mucho subirme de nuevo. Me siento abrumada, me siento decepcionada, me siento desesperanzada.

Traigo el amor propio algo bajo porque siento que no puedo, que los 40 kilos que ya bajé son lo más que bajaré en toda mi vida. De hecho, ¿qué estoy haciendo con mi vida? ¿Quién soy en la escala de la humanidad? ¿Importa? ¿Por qué estoy aquí? Siempre he sentido que estoy viviendo en tiempo extra, que el árbitro que marca los tiempos del partido de mi vida ha olvido pitar. La edad, la presión social... «estás muy joven»...  no me alcanza. No logra impactarme, no logra hacerme algún efecto.

Una vez alguien intentó hacerme un cumplido, me dijo «Estás en tu mejor momento, estás en la mejor edad de tu vida», pero yo creo que esa persona no lo pensó muy bien, porque ese ha sido el peor cumplido que me han hecho. Después de todo, si estoy en el mejor momento de mi vida el único camino que queda es para abajo, y yo aquí valiendo madre. No soy independiente, mi trabajo me abruma, tengo miedo de hablar con extraños y probablemente mi vida siga así y muera sola y soltera.

El otro día fui a comer al Subway porque no hubo comida en la casa. Cuando entré, estaba un chico limpiando la mesa. No era particularmente guapo, pero tampoco se me hizo «feo». Me vio de una manera que sólo puedo describir como Juan Diego seguramente habría visto a la virgen de Guadalupe. No es que yo sea como ella, pero eso fue lo que sentí. Yo sé que tengo ojos muy bonitos, y ya sé cuando alguien se me queda viendo porque mis ojos hicieron algún tipo de impacto en la persona y estoy hasta cierto punto acostumbrada a eso, pero la mirada de este chico logró que me cohibiera un poco, logró que quisiera lanzarle alguna miradilla desde el otro lado del local. El chico se regresó detrás del mostrador para preparar mi orden. Mientras le decía que quería un subway de teriyaki con todo menos aceitunas y chiles güeros, se vuelve a mirarme, y por fin me dice «Me encantan tus ojos». Le di las gracias y pensé «Va, ahora sí le hablaré a un chico. Le preguntaré su edad, qué sé yo, a ver si tiene novia.» Pregúntenme si lo hice.

No. No lo hice.

Soy una cobarde de shit, como dirían algunos amigos.

Me distraje un poco de mi tema inicial. Con todo esto iba que, aunque me siento muy decepcionada e indefensa ante el placer que me brinda la comida, he ideado alguna estrategia que no sé si funcione. Después de todo, tampoco escribo muy seguido aquí en el blog. Empezaré a rendirle cuentas al Internet y a los dos o tres lectores de mi blog. Empezaré (a intentar) a subir fotos de lo que coma. A ver si así mínimo me da algo de vergüenza y pienso dos veces. La idea es que no omita las fotografías, mínimo así me castigo yo sola confesando mi delito. A ver si así aprendo.

Empezaré esta misma noche.
Cené un yogurt para beber, una barrita de Frutella y medio pepino con chile y limón. Ah sí, y mi té caliente. No podía faltar.



domingo, 14 de febrero de 2016

Pérdida de control...

Últimamente me he sentido un poco mal. Tengo una cierta preocupación en mi trabajo, y una desición que tomé me está trayendo una consecuencia financiera para la cual no estoy del todo preparada pero al menos no me dejará en la ruina, o eso espero. Tengo algunos detallitos emocionales con algunas personas que me están haciendo ruido. Aparte, estoy enferma con gripe y las indisposiciones naturales características de mi género.

Descripción gráfica de mi dieta este mes.

Estoy notando cómo esto se refleja en mi estado físico y mi dieta. He notado que este mes, que es lo que más o menos ha estado durando este periodo de malestar mental he estado descontrolada en mi dieta. He regresado a malos hábitos alimenticios que ya tenía controlados, y he obviado mi dieta casi completamente. A pesar de las restricciones físicas de ingesta de comida, no puedo decir que he estado haciendo bien las cosas. Me siento mareada, ma.

Me siento mal. Estresada. Abrumada. Cansada. Enferma. Miro a mi alrededor y mi habitación es un desmadre. La aspiradora no sirve y los pelos de mi gata que suele dormir conmigo se han amontonado en el tapete. No me he molestado en ordenar los zapatos y los tengo regados por la habitación. El bote de basura delata las papitas que me he estado comiendo.  Aretesy collares sobre el tocador y no en su lugar. Agh, me duele la cabeza. Y no me puedo quitar esta gripe de encima. ¡Oh! Y para colmo, siento que este mes voy a subir de peso y olvidé la cita con el doctor y la nutrióloga, y tuve que reagendar.

Siempre he creído en eso de que tu entorno se refleja en tu conducta y en tu salud, pero, ahora que lo siento de peso, como que lo veo con otros ojos. La pereza y la apatía son lesbianas y las madres de todos los males.

Iré a bañarme, quizá porque aquello me relajará, según yo, pero siento la cabeza tan pesada (de hecho la tengo ladeada porque siento que no puedo ver bien), los ojos cansados e hinchados, siento congestión en el pecho, flemas atoradas y la nariz escurriéndoseme. La panza dura y llena. No me qiero parar. Solía comer así antes de operarme, hasta sentirme mal y yo lo llamaba "comer bien". Qué feo, no quiero volver a hacerlo.

¿Pueden notar, como yo, que todo este post también es un desastre, como mi habitación, mi dieta, este mes en general y hasta mi vida?

Saludos.

lunes, 1 de febrero de 2016

La maldición del huevo mágico.

El sábado fui al cine. Para los cinéfilos que gustan de la animación japonesa como a mí, vi una que se llama "Anthem of the Heart". Muy bonita, se las recomiendo ampliamente.

Fui de las primeras en sentarme en las butacas para esperar el inicio de la función. Y claro, como ir al cine y no comer porquerías es un desperdicio de salida, me compré unos nachos; pequeños, claro, y nada más. No palomitas, no soda... sólo unos nachos. Crucé la pierna para esperar, porque ya las puedo cruzar después de ya 40 kilos perdidos, y me senté en la butaca sin necesidad de levantar el descanzabrazos para sentarme, eso me fue una grata sorpresa. Estaba escuchando atentamente los anuncios antes de los trailers, cuando por mi lado pasa un chico apuesto. Cabello largo, atado; lentes, piel morena, delgado. No era un Adonis pero sí logró que me le quedara viendo un momento y lo observara con la mirada. De hecho, por un segundo, cruzamos una mirada, e hice mi mejor esfuerzo por sonreírle, al menos. Iba solo, y se sentó solo a unos tres o cuatro asientos a mi izquierda. En mi mente, me acerqué a él, y sostuve una conversación con él, más o menos así:

-- Hola, ¿puedo decirte algo sin ánimos de ofenderte ni de incomodarte? --(Claro que esa no sería lo más apropiado, pues estoy segura que ciertamente tendría el efecto contrario, pero al menos es lo que realmente pensaba.)

El muchacho me miraría con asombro, quizá hasta con desconfianza e incomodidad, pero por cortesía, me hubiera dicho que sí.

-- Pienso que eres un chico guapo --Le hubiera sonreído, para hacer eso menos incómodo para ambos y me hubiera retirado pronto--. Sólo eso. Bueno, disfruta la película.

Si no hubiera logrado nada más que aquella conversación, hubiera estado contenta. Pero no me atreví. Después de pensarlo, lo haría después de ver la película.

La película empezó, y ciertamente fue muy emotiva. Irónicamnte trataba de una chica que no podía hablar, puesto que en su infancia había sido demasiado parlanchina y así delató con su madre sin querer, y con inocencia, a su padre que tenía un amorío. Su padre le acusó de que la familia se rompiera era culpa de ella, su madre tampoco le dio mucha confianza y entonces un huevo mágico se apareció y le dijo que le ayudaría. Le echó una maldición donde cada que intentara hablar, le dolería el estómago y necesitaría ir al baño, supongo que a vomitar del dolor. La película trata sobre su lucha para recuperar el habla y decir, en efecto, lo que realmente sentía o pensaba. Una pedrada muy apropiada, ¿no? Con lo chillona que soy, la película me hizo llorar bastante, y como yo cuando lloro me da muchísimo sueño, me estaba quedando dormida en el cine. Recordé que tenía unos dulces en mi bolsa y al comerlos, se me quitó el sueño.

La película se acabó, y miré a mi izquierda para ver al muchacho. Seguía ahí. Pero no pude, no me atreví. Quizá el huevo me lanzó la maldición a mí también. El muchacho se puso de pie, y yo en un impulso, también. Empezó a caminar, y yo lo dudé un segundo, pero también lo empecé a seguir.

No contaba con que el muchacho caminaba muy rápido.

«¡Hey, espera!» Le grité en mi mente, mientras él se alejaba cada vez más y la gente que se retiraba de sus butacas se metía en mi camino. «¡Tengo algo que decirte!» Caminó fuera de cine, y ya estaba muy lejos para alcanzarlo, pues cuando salí yo, a duras penas pude ver su coleta girar a la derecha para salir al pasillo que llevaba a la salida. Entonces, me rendí. No solamente la tristeza de la película aún estaba sobre mí, pero esa situación en sí me hizo sentir aún más triste. Son momentos como estos los que me hacen sentir increíblmente insegura, y me hacen creer que seguiré, como dicen en Internet (y para evitar sonar más dramática) Forever Alone.

Imagen relacionada; Jun, la protagonista.
Así me quedé yo mientras veía al chico irse.