jueves, 18 de febrero de 2016

"Ya no veo que estés bajando, hija."

... Am I?

Podrán deducir algunos en mi entrada pasada que no me fue bien con la nutrióloga. Por fin sucedió; me caí de la carreta y ahora toca volverme a subir. Pero me está costando mucho subirme de nuevo. Me siento abrumada, me siento decepcionada, me siento desesperanzada.

Traigo el amor propio algo bajo porque siento que no puedo, que los 40 kilos que ya bajé son lo más que bajaré en toda mi vida. De hecho, ¿qué estoy haciendo con mi vida? ¿Quién soy en la escala de la humanidad? ¿Importa? ¿Por qué estoy aquí? Siempre he sentido que estoy viviendo en tiempo extra, que el árbitro que marca los tiempos del partido de mi vida ha olvido pitar. La edad, la presión social... «estás muy joven»...  no me alcanza. No logra impactarme, no logra hacerme algún efecto.

Una vez alguien intentó hacerme un cumplido, me dijo «Estás en tu mejor momento, estás en la mejor edad de tu vida», pero yo creo que esa persona no lo pensó muy bien, porque ese ha sido el peor cumplido que me han hecho. Después de todo, si estoy en el mejor momento de mi vida el único camino que queda es para abajo, y yo aquí valiendo madre. No soy independiente, mi trabajo me abruma, tengo miedo de hablar con extraños y probablemente mi vida siga así y muera sola y soltera.

El otro día fui a comer al Subway porque no hubo comida en la casa. Cuando entré, estaba un chico limpiando la mesa. No era particularmente guapo, pero tampoco se me hizo «feo». Me vio de una manera que sólo puedo describir como Juan Diego seguramente habría visto a la virgen de Guadalupe. No es que yo sea como ella, pero eso fue lo que sentí. Yo sé que tengo ojos muy bonitos, y ya sé cuando alguien se me queda viendo porque mis ojos hicieron algún tipo de impacto en la persona y estoy hasta cierto punto acostumbrada a eso, pero la mirada de este chico logró que me cohibiera un poco, logró que quisiera lanzarle alguna miradilla desde el otro lado del local. El chico se regresó detrás del mostrador para preparar mi orden. Mientras le decía que quería un subway de teriyaki con todo menos aceitunas y chiles güeros, se vuelve a mirarme, y por fin me dice «Me encantan tus ojos». Le di las gracias y pensé «Va, ahora sí le hablaré a un chico. Le preguntaré su edad, qué sé yo, a ver si tiene novia.» Pregúntenme si lo hice.

No. No lo hice.

Soy una cobarde de shit, como dirían algunos amigos.

Me distraje un poco de mi tema inicial. Con todo esto iba que, aunque me siento muy decepcionada e indefensa ante el placer que me brinda la comida, he ideado alguna estrategia que no sé si funcione. Después de todo, tampoco escribo muy seguido aquí en el blog. Empezaré a rendirle cuentas al Internet y a los dos o tres lectores de mi blog. Empezaré (a intentar) a subir fotos de lo que coma. A ver si así mínimo me da algo de vergüenza y pienso dos veces. La idea es que no omita las fotografías, mínimo así me castigo yo sola confesando mi delito. A ver si así aprendo.

Empezaré esta misma noche.
Cené un yogurt para beber, una barrita de Frutella y medio pepino con chile y limón. Ah sí, y mi té caliente. No podía faltar.



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