domingo, 17 de enero de 2016

Esto sí funciona.

Después de la tragazón de las posadas, Navidad, recalentado, Año Nuevo, recalentado, y la rosca de reyes, (y sin hacer ejercicio) yo pensaba que iba a subir de peso, o quedarme igual. Llegué con la cola entre las patas y las orejitas agachadas al doctor, predispuesta a que me iba a regañar. ¡Pero resulta que aún así bajé 3.5 kilos y medio! Me quedé asombrada. Para resumir, en julio del año pasado, cuando me hice la cirugía, pesaba 150 kilogramos, y ahora peso 109, siendo en total 41 kilogramos perdidos. Me quedan en total otros 40 kilos para llegar a donde la ciencia dice que debo pesar. Cuando la nutrióloga me comentó esto, me llevé las manos a los muslos, y pensé que sería imposible perder estos «jamones», como les dice mi mamá. Ella me comenta que en efecto en otros 7 meses, si sigo constante ya no los tendré.

Estoy haciéndome a la idea de que nunca me acostumbraré a las porciones, aunque la idea de que en efecto ya como menos está hecha. Creo que, mi "reto", por decirlo de alguna manera, es ir a un Carl's Jr. Desde que me operé, no he comido una hamburguesa, ni papitas, ni bebido soda. Y es que aunque la soda ya no la tomo (ya no se me antoja, ya no la deseo), me pregunto cuánto podré comer de una hamburguesa. He fantaseado al respecto, y he pensado que si un día regreso al Carl's Jr, pediría esas tiras de pechuga de pollo; de tres ya no de cinco, y chico; y aún así no me lo terminaría. Estoy conforme con poder comer todo lo que podía comer antes, aunque sea sólo un poco. Tampoco es que regresaré a comerme solamente hamburguesas como antes, pero me rehuso a dejar de comer de todo.

¿Por qué no pedir ensaldas en el Carl's Jr? Bueno, es como ir a las Vegas y no entrar a un casino. A eso se va, a las hamburguesas, no a las ensaladas. Para ensalas, claro, para mí sólo existe Super Saldas o Soup Plantation. Claro que si voy a Super Salads, me llenaré con un tercio del sanwich que comeré, o de la ensalada. Es más, creo que pediría una sopa y con eso tendrá. Una ligera parte de mí como que se entristece por eso, pero por otra parte, así tengo otro motivo para regresar y comer otra cosa diferente. Mi «nuevo amor saludable» es la ensalada de quinoa que me como cada martes antes de ir con mi psicóloga. Es deliciosa, y si un día ese lugar cierra, no sé qué haré.

Deliciosa ensalada de quinoa; de Green Bar.

martes, 12 de enero de 2016

Push-up bra.

Desde que era adolescente y empece a preocuparme por brasieres, siempre quise usar un push-up bra. Por si no sabes a qué me refiero, es uno de esos brasieres que tienen almohadillas en la base para levantarte los pechos hasta la garganta. Ok, eso es una exageración, pero la idea es esa. Aquí una foto.

Mi madre siempre me negó uno. Como yo siempre fui gordita, me dijo que ya tenía "demasiado" y que no se me vería bien. Por un tiempo, olvidé la idea. Sin embargo hace como un mes fui a comprarme ropa y pasando por el área de la ropa interior, pase por los brasieres. Vi un push up bra de mi talla. Volteé a ambos lados, como buscando a mi mamá, aunque iba sola. Lo tomé en las manos y pensé, "bueno, ¿por qué no?" y me lo compré.

Obviamente mi madre es demasiado anticuada y no sabe de lo que habla. Claramente jamás ha usado uno.

Me encantó. Me puse una termal encima y aunque sé que áun estoy bastante gorda, me gusta cómo me veo. No sé si me veo bien o no, pero me gusta cómo me veo y eso es lo que me interesa. Desde que perdí de peso, los pechos ya no son tan rellenitos como antes, ni tan grandes. Ya no llenaba los brasieres que tenía. El tener este push-up bra me hace sentir linda, me hace sentir sexy, hasta me hace sentir delgada a pesar de que aún no estoy ni cera a mi peso.

Sé que casi no tengo lectores, pero, ¿alguna chica (o chico) que me lea sabrá de otra prenda que me pueda ayudar a sentirme mejor?
























martes, 5 de enero de 2016

La normalidad

Hoy es mi último día de vacaciones. Qué bueno. No puedo esperar a regresar al trabajo.
No adoro mi trabajo, de hecho a veces me frustra demasiado, como cualquier trabajo y no es mi emeplo ideal. Pero al menos, cuando estoy en el trabajo, no pienso demás. Desde hace dos días que me he estado torturando con un recuerdo que no puedo sacar de mi cabeza (que tiene sus rachas, ya se me pasará, pero mientras el proceso me mata un poco cada vez) no he podido dormir bien, y me siento cansada no sólo físicamente pero también emocional. A veces detesto que mi mente se apodere de mí.

Otra de las razones por las cuales necesito ya regresar a mi trabajo es porque las cosas regresarán a la normalidad lo que significa que tendré menos tentaciones (entre comillas, porque la cafetería de la escuela también me descarrió de mi camino desde antes de salir de vacaciones), y estaré más activa. De por sí, dejé de nadar cuando llegó el invierno, ahora en vacaciones estoy más aplastada que nunca.

No sé cómo esto se relaciona con mi dieta o con mi cirugía... Pero al menos aquí está la entrada del día.


lunes, 4 de enero de 2016

Rehén de una bolsa de Doritos.

Hoy es una de esas madrugadas donde por alguna razón las consecuencias de desiciones que he tomado regresan un poco más fuerte. Consecuencias con las que ahora me toca vivir pero no sé cómo tolerar.

Mi dieta no ha ibo bien particularmente esta semana. Estoy esperando ansiosamente regresar al trabajo. Tengo una bolsa de Doritos que quedaron de la cena de Año Nuevo con la que planeo amenzarme esperando a que alguien me rescate. Sí, es patético, sé cómo suena: rehén de una bola de Doritos.

No quisiera entrar en detalles profundos sobre la situación que ahorita me atormenta, pero quería dejar en el récord que efectivamente siento una relación entre esto y las ganas de querer mandar todo al diablo y ceder. De hecho, las tengo aquí al lado, "mirándome" mientras procuro no llorar por una situación que haga lo que haga ya no puedo remediar. Aún no hago nada con ellas, pero ahí están. Es como los «cutters», pero en lugar de navajas, comida. Para el caso es lo mismo. Me estoy haciendo daño a mí misma, como los alcohólicos que bebe para matar algo adentro de ellos. Bueno, también tengo un té. Pero si no fuera porque sé que la soda verdaderamente podría hacerme daño, tuviera un vaso grande de Coca Cola aquí conmigo, pero me conformo con que el veneno de elección de esta noche sea un té de manzanilla, y la bolsa de los Doritos del mal.

Me doy cuenta que no es tanto la persona o la situación, sino la elección que tomé, que resultó ser la equivocada, y que ahora veo lo que pudo ser y ya no es. He tenido la oportunidad de verme con esta persona "frente a frente" y pedirle perdón, pero por más que él diga que no pasa nada, que "estamos bien" no lo resuelve. Creo que ni siquiera fue el daño que causé, sino lo que pudo ser, lo que tuve, y lo que dejé ir.

A la vida le urge un ctrl + z. No, ese tiene un límite. Le urge un botón de «restart» para cuando necesitas volver a empezar desde el inicio. Dicen que todos los días es una oportunidad para iniciar de nuevo, pero a veces la jugada ha sido tan mierdera que el «save point» ya no es lo suficientemente bueno.

Al menos, después de unas cuántas lágrimas y una vomitada de incoherencias, ya no se me apetece tanto la bolsa de Doritos.

PD. Sin embargo, sí terminé comiendo.