Se acerca el próximo 22 de julio un año desde que me sometí a una gastroectomía. He bajado de peso bastante, de los 150 kilos ahora peso 102. ¿Estoy contenta por eso? Sí. ¿Lo hubiera podido lograr sólo con dieta y ejercicio? No. Pero... ¿estoy contenta con mi desición? No lo sé. Han habido cambios por los cuales yo no estaba preparada, cambios en donde más me duele. Cambio que me frustran. Cambios que me hacen sentir derrotada más que sentirme victoriosa. Antes de que siquiera pensara en operarme, tenía ataques de miedo donde me rehusaba a comer por temor a morirme. Otra vez estoy rehusándome a comer, porque cualquier cosa que como, me sienta mal. Me siento quebrada, derrotada. Como si no quisiera luchar más. Mañana que es el dia del padre, no sé qué haré. Tengo mucho miedo, no quiero arruinar su día sintiéndome mal por algo que coma.
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Todos los textos e imágenes publicados son copyright ©2015-2016, AwesomeKilljoy A menos que se especifique lo contrario.
sábado, 18 de junio de 2016
Se acerca un año~
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Ugh...
Después de me último post, como todo en la vida, han habido varios cambios. Uno de ellos es que de nuevo me sometí a otra operación, esta vez para retirar la vesícula debido a los cálculos biliares que me encontraron.
Al inicio... todo bien... pero... no sé. Estoy bastante desanimada, quizá hasta arrepentida. Me siento sola porque no conozco a nadie que haya pasado por lo mismo que yo y en los grupos de apoyo realmnete no encuentro el apoyo que necesito. I didn't sign up for this, como dicen en inglés. Y mañana es el día del padre... quisiera no salir de casa.
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Al inicio... todo bien... pero... no sé. Estoy bastante desanimada, quizá hasta arrepentida. Me siento sola porque no conozco a nadie que haya pasado por lo mismo que yo y en los grupos de apoyo realmnete no encuentro el apoyo que necesito. I didn't sign up for this, como dicen en inglés. Y mañana es el día del padre... quisiera no salir de casa.
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domingo, 10 de abril de 2016
Fuera con lo viejo, venga con lo nuevo.
Han habido algunos cambios en mi vida, mayormente malos. Como no he escrito en mucho tiempo, sólo mencionaré lo más relevante. Del 19 al 26 de marzo, salí de vacaciones a Guadalajara (¡Cupe sin problemas en los asientos el avión!). Antes de este vieja, me detectaron cáculos biliares, Mi doctor me dijo que no era algo muy urgente aún asíque me podía ir de viaje tranquilamente, pero mi nutrióloga me dio una dieta muy específica. Para hacer las cosas más cortas, prácticamente me quitó todo: grasas (me dolió que me quitara el aguacate y el queso), cosas fritas o empanizadas (cosas que realmente no como mucho), frutas con semillas, tomate, cítricos y carne roja. Vaya vacaciones, ¿no? Se me quedó muy grabado que mis amigas comieron en un restaurante birria, tortas ahogadas (me moría por probar una yo también) y yo con un triste consomé de pollo. Para acabarla de amolar, al parecer soy de esas personas que no pueden hacer del dos fuera de casa, y por no obrar en una semana, me dieron unas hemorroides horribles, al punto de que tuve que hacer una cita con un especialista en mis vacaciones. Sin embargo, antes decidí comer el chingomadral de concentraros de ciruela y tomarme unas Nixon. Resultó más o menos, pero nomás llegué a casa y todo regesó a la normalidad. En el avión te botan todos los malos, así que las tres horas de viaje de mi ciudad a Guadalajara me empezaba a doler mucho el costado, al punto de sudar frío. Estoy haciendo planes para volverme a operar, pero como no tengo ni un peso en donde caerme muerta (eso me pasa por irme a Guadalajara, supongo) tengo que juntar primero. Tengo entendido que las personas que han pasado por una gastroectomía son más propensas a sufrir de cálculios biliares, supongo que eso es algo que se le olvidó a mi doctor decirme.
He batallado un poco con esta nueva dieta, porque a donde vaya, fuera de casa, hay carne roja, o cosas fritas, o pescado. Recuerdo haber dicho antes que yo era muy especialita para la comida, así que no como carne roja o blanca tan fácilmente cuand voy a un restaurante. En fin hago lo que puedo. Pan, modero las grasas, el limón no lo evité, eso sí... lo único de lo que realmente me cuidé fue de la carne roja.
Consegí un contador de calorías, cosa que me ayuda mucho. Cuando te das cuenta que, ¡UNA REBANADA DE PIZZA DEL COSTO TIENE SEISIENTAS VEINTE MLADITAS CALORÍAS! en serio te dan ganas de no comerte esa rebanada. Lástima que las conté después de comerlas de haber sabido no aceptaba esa rebanada. Ok, fueron dos. Pero ya qué, aprendí la lección. No más pizza del Costco. También te das cuenta de que un mazapán, un delicioso y dulce mazapán es más traicionero que la puta madre y tiene las mismas calorías que una comida completa. A veces, cuando recuerdo contar las calorías antes de comérmelas, sí me ayuda a recapacitar y a comerme o la mitad o nada. También encontré un pedómetro para el celular que, wow, maravilla, puede sincronizarse con el contador de calorías y automáticamente se añaden para decirte cuántas calorías te quedan al día. Dejaré los links en la sección de al lado, por si a alguien le interesa. Abas son para el celular, pero el contador de calorías también puede ser consultado vía web.
Una de las cosas que me han estado pasando últimamente me han impulsado a hacer cambios donde tengo que deshacerme de lo viejo para hacer lugar a lo nuevo o para darme cuenta de las cosas que me faltan. Por ejempl, hoy tiré zapatos viejos, pantalones que ya me quedan muy grandes, blusas enormes, ropa que sencillamente ya no es para mí. (Lo relaciono con los kilos que he acumulado en mi vida, y como quiero bajar de peso, el eliminar las cosas de mi vida que ya cumplieron su función es un reflejo de eliminar los kilos de más de mi cuerpo). Lo curioso es que, hoy sacando toda esa ropa de mi clóset, me encontré con el vestido de graduación de mi primera carrera, por ahí del 2005. ¡Me sorprendió saber que me queda grande! O sea, estoy pesando menos/más delgada que cuando estaba en e 2005. Eso sí que me sorprendió.
Ya quedan tres meses para cumpir un año de operación. Qué rápido va el tiempo, ¿no es así? Cuano cumpla un año, subiré una foto de un antes y después. No haré una hasta julio, quiero sorprenderme, para bien o para mal, junto con ustedes. También tengo otras cosas que quiero eliminar, pero es difícil cuando tienes arraigada la creencia de "aún puede servir en el futuro" o "tiene valor sentimental". Pero ya me sobrepondré a ello, como me sobrepuse a tirar mucha ropa que ya no me quedaba.
He batallado un poco con esta nueva dieta, porque a donde vaya, fuera de casa, hay carne roja, o cosas fritas, o pescado. Recuerdo haber dicho antes que yo era muy especialita para la comida, así que no como carne roja o blanca tan fácilmente cuand voy a un restaurante. En fin hago lo que puedo. Pan, modero las grasas, el limón no lo evité, eso sí... lo único de lo que realmente me cuidé fue de la carne roja.
Consegí un contador de calorías, cosa que me ayuda mucho. Cuando te das cuenta que, ¡UNA REBANADA DE PIZZA DEL COSTO TIENE SEISIENTAS VEINTE MLADITAS CALORÍAS! en serio te dan ganas de no comerte esa rebanada. Lástima que las conté después de comerlas de haber sabido no aceptaba esa rebanada. Ok, fueron dos. Pero ya qué, aprendí la lección. No más pizza del Costco. También te das cuenta de que un mazapán, un delicioso y dulce mazapán es más traicionero que la puta madre y tiene las mismas calorías que una comida completa. A veces, cuando recuerdo contar las calorías antes de comérmelas, sí me ayuda a recapacitar y a comerme o la mitad o nada. También encontré un pedómetro para el celular que, wow, maravilla, puede sincronizarse con el contador de calorías y automáticamente se añaden para decirte cuántas calorías te quedan al día. Dejaré los links en la sección de al lado, por si a alguien le interesa. Abas son para el celular, pero el contador de calorías también puede ser consultado vía web.
Una de las cosas que me han estado pasando últimamente me han impulsado a hacer cambios donde tengo que deshacerme de lo viejo para hacer lugar a lo nuevo o para darme cuenta de las cosas que me faltan. Por ejempl, hoy tiré zapatos viejos, pantalones que ya me quedan muy grandes, blusas enormes, ropa que sencillamente ya no es para mí. (Lo relaciono con los kilos que he acumulado en mi vida, y como quiero bajar de peso, el eliminar las cosas de mi vida que ya cumplieron su función es un reflejo de eliminar los kilos de más de mi cuerpo). Lo curioso es que, hoy sacando toda esa ropa de mi clóset, me encontré con el vestido de graduación de mi primera carrera, por ahí del 2005. ¡Me sorprendió saber que me queda grande! O sea, estoy pesando menos/más delgada que cuando estaba en e 2005. Eso sí que me sorprendió.
Ya quedan tres meses para cumpir un año de operación. Qué rápido va el tiempo, ¿no es así? Cuano cumpla un año, subiré una foto de un antes y después. No haré una hasta julio, quiero sorprenderme, para bien o para mal, junto con ustedes. También tengo otras cosas que quiero eliminar, pero es difícil cuando tienes arraigada la creencia de "aún puede servir en el futuro" o "tiene valor sentimental". Pero ya me sobrepondré a ello, como me sobrepuse a tirar mucha ropa que ya no me quedaba.
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viernes, 19 de febrero de 2016
Desayuno.
Siguiendo con mi propósito de rendir cuentas, como se les pide a los funcionarios, transparentemente y constantemente, aquí les comparto mi desayuno.
Un omelette. Le puse verduritas, queso mozzarella, una tortilla y rebanaditas de aguacate. Lo malo es que calenté la tortilla en el microondas del trabajo y se hizo dura la tortilla, por eso se ve así. :( Y mi té. No puede faltar mi té. Es de hierbabuena con limón.
jueves, 18 de febrero de 2016
"Ya no veo que estés bajando, hija."
... Am I?
Podrán deducir algunos en mi entrada pasada que no me fue bien con la nutrióloga. Por fin sucedió; me caí de la carreta y ahora toca volverme a subir. Pero me está costando mucho subirme de nuevo. Me siento abrumada, me siento decepcionada, me siento desesperanzada.
Traigo el amor propio algo bajo porque siento que no puedo, que los 40 kilos que ya bajé son lo más que bajaré en toda mi vida. De hecho, ¿qué estoy haciendo con mi vida? ¿Quién soy en la escala de la humanidad? ¿Importa? ¿Por qué estoy aquí? Siempre he sentido que estoy viviendo en tiempo extra, que el árbitro que marca los tiempos del partido de mi vida ha olvido pitar. La edad, la presión social... «estás muy joven»... no me alcanza. No logra impactarme, no logra hacerme algún efecto.
Una vez alguien intentó hacerme un cumplido, me dijo «Estás en tu mejor momento, estás en la mejor edad de tu vida», pero yo creo que esa persona no lo pensó muy bien, porque ese ha sido el peor cumplido que me han hecho. Después de todo, si estoy en el mejor momento de mi vida el único camino que queda es para abajo, y yo aquí valiendo madre. No soy independiente, mi trabajo me abruma, tengo miedo de hablar con extraños y probablemente mi vida siga así y muera sola y soltera.
El otro día fui a comer al Subway porque no hubo comida en la casa. Cuando entré, estaba un chico limpiando la mesa. No era particularmente guapo, pero tampoco se me hizo «feo». Me vio de una manera que sólo puedo describir como Juan Diego seguramente habría visto a la virgen de Guadalupe. No es que yo sea como ella, pero eso fue lo que sentí. Yo sé que tengo ojos muy bonitos, y ya sé cuando alguien se me queda viendo porque mis ojos hicieron algún tipo de impacto en la persona y estoy hasta cierto punto acostumbrada a eso, pero la mirada de este chico logró que me cohibiera un poco, logró que quisiera lanzarle alguna miradilla desde el otro lado del local. El chico se regresó detrás del mostrador para preparar mi orden. Mientras le decía que quería un subway de teriyaki con todo menos aceitunas y chiles güeros, se vuelve a mirarme, y por fin me dice «Me encantan tus ojos». Le di las gracias y pensé «Va, ahora sí le hablaré a un chico. Le preguntaré su edad, qué sé yo, a ver si tiene novia.» Pregúntenme si lo hice.
No. No lo hice.
Soy una cobarde de shit, como dirían algunos amigos.
Me distraje un poco de mi tema inicial. Con todo esto iba que, aunque me siento muy decepcionada e indefensa ante el placer que me brinda la comida, he ideado alguna estrategia que no sé si funcione. Después de todo, tampoco escribo muy seguido aquí en el blog. Empezaré a rendirle cuentas al Internet y a los dos o tres lectores de mi blog. Empezaré (a intentar) a subir fotos de lo que coma. A ver si así mínimo me da algo de vergüenza y pienso dos veces. La idea es que no omita las fotografías, mínimo así me castigo yo sola confesando mi delito. A ver si así aprendo.
Empezaré esta misma noche.
Cené un yogurt para beber, una barrita de Frutella y medio pepino con chile y limón. Ah sí, y mi té caliente. No podía faltar.
Traigo el amor propio algo bajo porque siento que no puedo, que los 40 kilos que ya bajé son lo más que bajaré en toda mi vida. De hecho, ¿qué estoy haciendo con mi vida? ¿Quién soy en la escala de la humanidad? ¿Importa? ¿Por qué estoy aquí? Siempre he sentido que estoy viviendo en tiempo extra, que el árbitro que marca los tiempos del partido de mi vida ha olvido pitar. La edad, la presión social... «estás muy joven»... no me alcanza. No logra impactarme, no logra hacerme algún efecto.
Una vez alguien intentó hacerme un cumplido, me dijo «Estás en tu mejor momento, estás en la mejor edad de tu vida», pero yo creo que esa persona no lo pensó muy bien, porque ese ha sido el peor cumplido que me han hecho. Después de todo, si estoy en el mejor momento de mi vida el único camino que queda es para abajo, y yo aquí valiendo madre. No soy independiente, mi trabajo me abruma, tengo miedo de hablar con extraños y probablemente mi vida siga así y muera sola y soltera.
El otro día fui a comer al Subway porque no hubo comida en la casa. Cuando entré, estaba un chico limpiando la mesa. No era particularmente guapo, pero tampoco se me hizo «feo». Me vio de una manera que sólo puedo describir como Juan Diego seguramente habría visto a la virgen de Guadalupe. No es que yo sea como ella, pero eso fue lo que sentí. Yo sé que tengo ojos muy bonitos, y ya sé cuando alguien se me queda viendo porque mis ojos hicieron algún tipo de impacto en la persona y estoy hasta cierto punto acostumbrada a eso, pero la mirada de este chico logró que me cohibiera un poco, logró que quisiera lanzarle alguna miradilla desde el otro lado del local. El chico se regresó detrás del mostrador para preparar mi orden. Mientras le decía que quería un subway de teriyaki con todo menos aceitunas y chiles güeros, se vuelve a mirarme, y por fin me dice «Me encantan tus ojos». Le di las gracias y pensé «Va, ahora sí le hablaré a un chico. Le preguntaré su edad, qué sé yo, a ver si tiene novia.» Pregúntenme si lo hice.
No. No lo hice.
Soy una cobarde de shit, como dirían algunos amigos.
Me distraje un poco de mi tema inicial. Con todo esto iba que, aunque me siento muy decepcionada e indefensa ante el placer que me brinda la comida, he ideado alguna estrategia que no sé si funcione. Después de todo, tampoco escribo muy seguido aquí en el blog. Empezaré a rendirle cuentas al Internet y a los dos o tres lectores de mi blog. Empezaré (a intentar) a subir fotos de lo que coma. A ver si así mínimo me da algo de vergüenza y pienso dos veces. La idea es que no omita las fotografías, mínimo así me castigo yo sola confesando mi delito. A ver si así aprendo.
Empezaré esta misma noche.
Cené un yogurt para beber, una barrita de Frutella y medio pepino con chile y limón. Ah sí, y mi té caliente. No podía faltar.
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domingo, 14 de febrero de 2016
Pérdida de control...
Últimamente me he sentido un poco mal. Tengo una cierta preocupación en mi trabajo, y una desición que tomé me está trayendo una consecuencia financiera para la cual no estoy del todo preparada pero al menos no me dejará en la ruina, o eso espero. Tengo algunos detallitos emocionales con algunas personas que me están haciendo ruido. Aparte, estoy enferma con gripe y las indisposiciones naturales características de mi género.
Estoy notando cómo esto se refleja en mi estado físico y mi dieta. He notado que este mes, que es lo que más o menos ha estado durando este periodo de malestar mental he estado descontrolada en mi dieta. He regresado a malos hábitos alimenticios que ya tenía controlados, y he obviado mi dieta casi completamente. A pesar de las restricciones físicas de ingesta de comida, no puedo decir que he estado haciendo bien las cosas. Me siento mareada, ma.
Me siento mal. Estresada. Abrumada. Cansada. Enferma. Miro a mi alrededor y mi habitación es un desmadre. La aspiradora no sirve y los pelos de mi gata que suele dormir conmigo se han amontonado en el tapete. No me he molestado en ordenar los zapatos y los tengo regados por la habitación. El bote de basura delata las papitas que me he estado comiendo. Aretesy collares sobre el tocador y no en su lugar. Agh, me duele la cabeza. Y no me puedo quitar esta gripe de encima. ¡Oh! Y para colmo, siento que este mes voy a subir de peso y olvidé la cita con el doctor y la nutrióloga, y tuve que reagendar.
Siempre he creído en eso de que tu entorno se refleja en tu conducta y en tu salud, pero, ahora que lo siento de peso, como que lo veo con otros ojos. La pereza y la apatía son lesbianas y las madres de todos los males.
Iré a bañarme, quizá porque aquello me relajará, según yo, pero siento la cabeza tan pesada (de hecho la tengo ladeada porque siento que no puedo ver bien), los ojos cansados e hinchados, siento congestión en el pecho, flemas atoradas y la nariz escurriéndoseme. La panza dura y llena. No me qiero parar. Solía comer así antes de operarme, hasta sentirme mal y yo lo llamaba "comer bien". Qué feo, no quiero volver a hacerlo.
¿Pueden notar, como yo, que todo este post también es un desastre, como mi habitación, mi dieta, este mes en general y hasta mi vida?
Saludos.
Descripción gráfica de mi dieta este mes.
Estoy notando cómo esto se refleja en mi estado físico y mi dieta. He notado que este mes, que es lo que más o menos ha estado durando este periodo de malestar mental he estado descontrolada en mi dieta. He regresado a malos hábitos alimenticios que ya tenía controlados, y he obviado mi dieta casi completamente. A pesar de las restricciones físicas de ingesta de comida, no puedo decir que he estado haciendo bien las cosas. Me siento mareada, ma.
Me siento mal. Estresada. Abrumada. Cansada. Enferma. Miro a mi alrededor y mi habitación es un desmadre. La aspiradora no sirve y los pelos de mi gata que suele dormir conmigo se han amontonado en el tapete. No me he molestado en ordenar los zapatos y los tengo regados por la habitación. El bote de basura delata las papitas que me he estado comiendo. Aretesy collares sobre el tocador y no en su lugar. Agh, me duele la cabeza. Y no me puedo quitar esta gripe de encima. ¡Oh! Y para colmo, siento que este mes voy a subir de peso y olvidé la cita con el doctor y la nutrióloga, y tuve que reagendar.
Siempre he creído en eso de que tu entorno se refleja en tu conducta y en tu salud, pero, ahora que lo siento de peso, como que lo veo con otros ojos. La pereza y la apatía son lesbianas y las madres de todos los males.
Iré a bañarme, quizá porque aquello me relajará, según yo, pero siento la cabeza tan pesada (de hecho la tengo ladeada porque siento que no puedo ver bien), los ojos cansados e hinchados, siento congestión en el pecho, flemas atoradas y la nariz escurriéndoseme. La panza dura y llena. No me qiero parar. Solía comer así antes de operarme, hasta sentirme mal y yo lo llamaba "comer bien". Qué feo, no quiero volver a hacerlo.
¿Pueden notar, como yo, que todo este post también es un desastre, como mi habitación, mi dieta, este mes en general y hasta mi vida?
Saludos.
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lunes, 1 de febrero de 2016
La maldición del huevo mágico.
El sábado fui al cine. Para los cinéfilos que gustan de la animación japonesa como a mí, vi una que se llama "Anthem of the Heart". Muy bonita, se las recomiendo ampliamente.
Fui de las primeras en sentarme en las butacas para esperar el inicio de la función. Y claro, como ir al cine y no comer porquerías es un desperdicio de salida, me compré unos nachos; pequeños, claro, y nada más. No palomitas, no soda... sólo unos nachos. Crucé la pierna para esperar, porque ya las puedo cruzar después de ya 40 kilos perdidos, y me senté en la butaca sin necesidad de levantar el descanzabrazos para sentarme, eso me fue una grata sorpresa. Estaba escuchando atentamente los anuncios antes de los trailers, cuando por mi lado pasa un chico apuesto. Cabello largo, atado; lentes, piel morena, delgado. No era un Adonis pero sí logró que me le quedara viendo un momento y lo observara con la mirada. De hecho, por un segundo, cruzamos una mirada, e hice mi mejor esfuerzo por sonreírle, al menos. Iba solo, y se sentó solo a unos tres o cuatro asientos a mi izquierda. En mi mente, me acerqué a él, y sostuve una conversación con él, más o menos así:
-- Hola, ¿puedo decirte algo sin ánimos de ofenderte ni de incomodarte? --(Claro que esa no sería lo más apropiado, pues estoy segura que ciertamente tendría el efecto contrario, pero al menos es lo que realmente pensaba.)
El muchacho me miraría con asombro, quizá hasta con desconfianza e incomodidad, pero por cortesía, me hubiera dicho que sí.
-- Pienso que eres un chico guapo --Le hubiera sonreído, para hacer eso menos incómodo para ambos y me hubiera retirado pronto--. Sólo eso. Bueno, disfruta la película.
Si no hubiera logrado nada más que aquella conversación, hubiera estado contenta. Pero no me atreví. Después de pensarlo, lo haría después de ver la película.
La película empezó, y ciertamente fue muy emotiva. Irónicamnte trataba de una chica que no podía hablar, puesto que en su infancia había sido demasiado parlanchina y así delató con su madre sin querer, y con inocencia, a su padre que tenía un amorío. Su padre le acusó de que la familia se rompiera era culpa de ella, su madre tampoco le dio mucha confianza y entonces un huevo mágico se apareció y le dijo que le ayudaría. Le echó una maldición donde cada que intentara hablar, le dolería el estómago y necesitaría ir al baño, supongo que a vomitar del dolor. La película trata sobre su lucha para recuperar el habla y decir, en efecto, lo que realmente sentía o pensaba. Una pedrada muy apropiada, ¿no? Con lo chillona que soy, la película me hizo llorar bastante, y como yo cuando lloro me da muchísimo sueño, me estaba quedando dormida en el cine. Recordé que tenía unos dulces en mi bolsa y al comerlos, se me quitó el sueño.
La película se acabó, y miré a mi izquierda para ver al muchacho. Seguía ahí. Pero no pude, no me atreví. Quizá el huevo me lanzó la maldición a mí también. El muchacho se puso de pie, y yo en un impulso, también. Empezó a caminar, y yo lo dudé un segundo, pero también lo empecé a seguir.
No contaba con que el muchacho caminaba muy rápido.
«¡Hey, espera!» Le grité en mi mente, mientras él se alejaba cada vez más y la gente que se retiraba de sus butacas se metía en mi camino. «¡Tengo algo que decirte!» Caminó fuera de cine, y ya estaba muy lejos para alcanzarlo, pues cuando salí yo, a duras penas pude ver su coleta girar a la derecha para salir al pasillo que llevaba a la salida. Entonces, me rendí. No solamente la tristeza de la película aún estaba sobre mí, pero esa situación en sí me hizo sentir aún más triste. Son momentos como estos los que me hacen sentir increíblmente insegura, y me hacen creer que seguiré, como dicen en Internet (y para evitar sonar más dramática) Forever Alone.
Fui de las primeras en sentarme en las butacas para esperar el inicio de la función. Y claro, como ir al cine y no comer porquerías es un desperdicio de salida, me compré unos nachos; pequeños, claro, y nada más. No palomitas, no soda... sólo unos nachos. Crucé la pierna para esperar, porque ya las puedo cruzar después de ya 40 kilos perdidos, y me senté en la butaca sin necesidad de levantar el descanzabrazos para sentarme, eso me fue una grata sorpresa. Estaba escuchando atentamente los anuncios antes de los trailers, cuando por mi lado pasa un chico apuesto. Cabello largo, atado; lentes, piel morena, delgado. No era un Adonis pero sí logró que me le quedara viendo un momento y lo observara con la mirada. De hecho, por un segundo, cruzamos una mirada, e hice mi mejor esfuerzo por sonreírle, al menos. Iba solo, y se sentó solo a unos tres o cuatro asientos a mi izquierda. En mi mente, me acerqué a él, y sostuve una conversación con él, más o menos así:
-- Hola, ¿puedo decirte algo sin ánimos de ofenderte ni de incomodarte? --(Claro que esa no sería lo más apropiado, pues estoy segura que ciertamente tendría el efecto contrario, pero al menos es lo que realmente pensaba.)
El muchacho me miraría con asombro, quizá hasta con desconfianza e incomodidad, pero por cortesía, me hubiera dicho que sí.
-- Pienso que eres un chico guapo --Le hubiera sonreído, para hacer eso menos incómodo para ambos y me hubiera retirado pronto--. Sólo eso. Bueno, disfruta la película.
Si no hubiera logrado nada más que aquella conversación, hubiera estado contenta. Pero no me atreví. Después de pensarlo, lo haría después de ver la película.
La película empezó, y ciertamente fue muy emotiva. Irónicamnte trataba de una chica que no podía hablar, puesto que en su infancia había sido demasiado parlanchina y así delató con su madre sin querer, y con inocencia, a su padre que tenía un amorío. Su padre le acusó de que la familia se rompiera era culpa de ella, su madre tampoco le dio mucha confianza y entonces un huevo mágico se apareció y le dijo que le ayudaría. Le echó una maldición donde cada que intentara hablar, le dolería el estómago y necesitaría ir al baño, supongo que a vomitar del dolor. La película trata sobre su lucha para recuperar el habla y decir, en efecto, lo que realmente sentía o pensaba. Una pedrada muy apropiada, ¿no? Con lo chillona que soy, la película me hizo llorar bastante, y como yo cuando lloro me da muchísimo sueño, me estaba quedando dormida en el cine. Recordé que tenía unos dulces en mi bolsa y al comerlos, se me quitó el sueño.
La película se acabó, y miré a mi izquierda para ver al muchacho. Seguía ahí. Pero no pude, no me atreví. Quizá el huevo me lanzó la maldición a mí también. El muchacho se puso de pie, y yo en un impulso, también. Empezó a caminar, y yo lo dudé un segundo, pero también lo empecé a seguir.
No contaba con que el muchacho caminaba muy rápido.
«¡Hey, espera!» Le grité en mi mente, mientras él se alejaba cada vez más y la gente que se retiraba de sus butacas se metía en mi camino. «¡Tengo algo que decirte!» Caminó fuera de cine, y ya estaba muy lejos para alcanzarlo, pues cuando salí yo, a duras penas pude ver su coleta girar a la derecha para salir al pasillo que llevaba a la salida. Entonces, me rendí. No solamente la tristeza de la película aún estaba sobre mí, pero esa situación en sí me hizo sentir aún más triste. Son momentos como estos los que me hacen sentir increíblmente insegura, y me hacen creer que seguiré, como dicen en Internet (y para evitar sonar más dramática) Forever Alone.
Imagen relacionada; Jun, la protagonista.
Así me quedé yo mientras veía al chico irse.
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domingo, 17 de enero de 2016
Esto sí funciona.
Después de la tragazón de las posadas, Navidad, recalentado, Año Nuevo, recalentado, y la rosca de reyes, (y sin hacer ejercicio) yo pensaba que iba a subir de peso, o quedarme igual. Llegué con la cola entre las patas y las orejitas agachadas al doctor, predispuesta a que me iba a regañar. ¡Pero resulta que aún así bajé 3.5 kilos y medio! Me quedé asombrada. Para resumir, en julio del año pasado, cuando me hice la cirugía, pesaba 150 kilogramos, y ahora peso 109, siendo en total 41 kilogramos perdidos. Me quedan en total otros 40 kilos para llegar a donde la ciencia dice que debo pesar. Cuando la nutrióloga me comentó esto, me llevé las manos a los muslos, y pensé que sería imposible perder estos «jamones», como les dice mi mamá. Ella me comenta que en efecto en otros 7 meses, si sigo constante ya no los tendré.
Estoy haciéndome a la idea de que nunca me acostumbraré a las porciones, aunque la idea de que en efecto ya como menos está hecha. Creo que, mi "reto", por decirlo de alguna manera, es ir a un Carl's Jr. Desde que me operé, no he comido una hamburguesa, ni papitas, ni bebido soda. Y es que aunque la soda ya no la tomo (ya no se me antoja, ya no la deseo), me pregunto cuánto podré comer de una hamburguesa. He fantaseado al respecto, y he pensado que si un día regreso al Carl's Jr, pediría esas tiras de pechuga de pollo; de tres ya no de cinco, y chico; y aún así no me lo terminaría. Estoy conforme con poder comer todo lo que podía comer antes, aunque sea sólo un poco. Tampoco es que regresaré a comerme solamente hamburguesas como antes, pero me rehuso a dejar de comer de todo.
¿Por qué no pedir ensaldas en el Carl's Jr? Bueno, es como ir a las Vegas y no entrar a un casino. A eso se va, a las hamburguesas, no a las ensaladas. Para ensalas, claro, para mí sólo existe Super Saldas o Soup Plantation. Claro que si voy a Super Salads, me llenaré con un tercio del sanwich que comeré, o de la ensalada. Es más, creo que pediría una sopa y con eso tendrá. Una ligera parte de mí como que se entristece por eso, pero por otra parte, así tengo otro motivo para regresar y comer otra cosa diferente. Mi «nuevo amor saludable» es la ensalada de quinoa que me como cada martes antes de ir con mi psicóloga. Es deliciosa, y si un día ese lugar cierra, no sé qué haré.
Estoy haciéndome a la idea de que nunca me acostumbraré a las porciones, aunque la idea de que en efecto ya como menos está hecha. Creo que, mi "reto", por decirlo de alguna manera, es ir a un Carl's Jr. Desde que me operé, no he comido una hamburguesa, ni papitas, ni bebido soda. Y es que aunque la soda ya no la tomo (ya no se me antoja, ya no la deseo), me pregunto cuánto podré comer de una hamburguesa. He fantaseado al respecto, y he pensado que si un día regreso al Carl's Jr, pediría esas tiras de pechuga de pollo; de tres ya no de cinco, y chico; y aún así no me lo terminaría. Estoy conforme con poder comer todo lo que podía comer antes, aunque sea sólo un poco. Tampoco es que regresaré a comerme solamente hamburguesas como antes, pero me rehuso a dejar de comer de todo.
¿Por qué no pedir ensaldas en el Carl's Jr? Bueno, es como ir a las Vegas y no entrar a un casino. A eso se va, a las hamburguesas, no a las ensaladas. Para ensalas, claro, para mí sólo existe Super Saldas o Soup Plantation. Claro que si voy a Super Salads, me llenaré con un tercio del sanwich que comeré, o de la ensalada. Es más, creo que pediría una sopa y con eso tendrá. Una ligera parte de mí como que se entristece por eso, pero por otra parte, así tengo otro motivo para regresar y comer otra cosa diferente. Mi «nuevo amor saludable» es la ensalada de quinoa que me como cada martes antes de ir con mi psicóloga. Es deliciosa, y si un día ese lugar cierra, no sé qué haré.
Deliciosa ensalada de quinoa; de Green Bar.
martes, 12 de enero de 2016
Push-up bra.
Desde que era adolescente y empece a preocuparme por brasieres, siempre quise usar un push-up bra. Por si no sabes a qué me refiero, es uno de esos brasieres que tienen almohadillas en la base para levantarte los pechos hasta la garganta. Ok, eso es una exageración, pero la idea es esa. Aquí una foto.
Mi madre siempre me negó uno. Como yo siempre fui gordita, me dijo que ya tenía "demasiado" y que no se me vería bien. Por un tiempo, olvidé la idea. Sin embargo hace como un mes fui a comprarme ropa y pasando por el área de la ropa interior, pase por los brasieres. Vi un push up bra de mi talla. Volteé a ambos lados, como buscando a mi mamá, aunque iba sola. Lo tomé en las manos y pensé, "bueno, ¿por qué no?" y me lo compré.
Obviamente mi madre es demasiado anticuada y no sabe de lo que habla. Claramente jamás ha usado uno.
Me encantó. Me puse una termal encima y aunque sé que áun estoy bastante gorda, me gusta cómo me veo. No sé si me veo bien o no, pero me gusta cómo me veo y eso es lo que me interesa. Desde que perdí de peso, los pechos ya no son tan rellenitos como antes, ni tan grandes. Ya no llenaba los brasieres que tenía. El tener este push-up bra me hace sentir linda, me hace sentir sexy, hasta me hace sentir delgada a pesar de que aún no estoy ni cera a mi peso.
Sé que casi no tengo lectores, pero, ¿alguna chica (o chico) que me lea sabrá de otra prenda que me pueda ayudar a sentirme mejor?
Mi madre siempre me negó uno. Como yo siempre fui gordita, me dijo que ya tenía "demasiado" y que no se me vería bien. Por un tiempo, olvidé la idea. Sin embargo hace como un mes fui a comprarme ropa y pasando por el área de la ropa interior, pase por los brasieres. Vi un push up bra de mi talla. Volteé a ambos lados, como buscando a mi mamá, aunque iba sola. Lo tomé en las manos y pensé, "bueno, ¿por qué no?" y me lo compré.
Obviamente mi madre es demasiado anticuada y no sabe de lo que habla. Claramente jamás ha usado uno.
Me encantó. Me puse una termal encima y aunque sé que áun estoy bastante gorda, me gusta cómo me veo. No sé si me veo bien o no, pero me gusta cómo me veo y eso es lo que me interesa. Desde que perdí de peso, los pechos ya no son tan rellenitos como antes, ni tan grandes. Ya no llenaba los brasieres que tenía. El tener este push-up bra me hace sentir linda, me hace sentir sexy, hasta me hace sentir delgada a pesar de que aún no estoy ni cera a mi peso.
Sé que casi no tengo lectores, pero, ¿alguna chica (o chico) que me lea sabrá de otra prenda que me pueda ayudar a sentirme mejor?
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martes, 5 de enero de 2016
La normalidad
Hoy es mi último día de vacaciones. Qué bueno. No puedo esperar a regresar al trabajo.
No adoro mi trabajo, de hecho a veces me frustra demasiado, como cualquier trabajo y no es mi emeplo ideal. Pero al menos, cuando estoy en el trabajo, no pienso demás. Desde hace dos días que me he estado torturando con un recuerdo que no puedo sacar de mi cabeza (que tiene sus rachas, ya se me pasará, pero mientras el proceso me mata un poco cada vez) no he podido dormir bien, y me siento cansada no sólo físicamente pero también emocional. A veces detesto que mi mente se apodere de mí.
Otra de las razones por las cuales necesito ya regresar a mi trabajo es porque las cosas regresarán a la normalidad lo que significa que tendré menos tentaciones (entre comillas, porque la cafetería de la escuela también me descarrió de mi camino desde antes de salir de vacaciones), y estaré más activa. De por sí, dejé de nadar cuando llegó el invierno, ahora en vacaciones estoy más aplastada que nunca.
No sé cómo esto se relaciona con mi dieta o con mi cirugía... Pero al menos aquí está la entrada del día.
No adoro mi trabajo, de hecho a veces me frustra demasiado, como cualquier trabajo y no es mi emeplo ideal. Pero al menos, cuando estoy en el trabajo, no pienso demás. Desde hace dos días que me he estado torturando con un recuerdo que no puedo sacar de mi cabeza (que tiene sus rachas, ya se me pasará, pero mientras el proceso me mata un poco cada vez) no he podido dormir bien, y me siento cansada no sólo físicamente pero también emocional. A veces detesto que mi mente se apodere de mí.
Otra de las razones por las cuales necesito ya regresar a mi trabajo es porque las cosas regresarán a la normalidad lo que significa que tendré menos tentaciones (entre comillas, porque la cafetería de la escuela también me descarrió de mi camino desde antes de salir de vacaciones), y estaré más activa. De por sí, dejé de nadar cuando llegó el invierno, ahora en vacaciones estoy más aplastada que nunca.
No sé cómo esto se relaciona con mi dieta o con mi cirugía... Pero al menos aquí está la entrada del día.
lunes, 4 de enero de 2016
Rehén de una bolsa de Doritos.
Hoy es una de esas madrugadas donde por alguna razón las consecuencias de desiciones que he tomado regresan un poco más fuerte. Consecuencias con las que ahora me toca vivir pero no sé cómo tolerar.
Mi dieta no ha ibo bien particularmente esta semana. Estoy esperando ansiosamente regresar al trabajo. Tengo una bolsa de Doritos que quedaron de la cena de Año Nuevo con la que planeo amenzarme esperando a que alguien me rescate. Sí, es patético, sé cómo suena: rehén de una bola de Doritos.
No quisiera entrar en detalles profundos sobre la situación que ahorita me atormenta, pero quería dejar en el récord que efectivamente siento una relación entre esto y las ganas de querer mandar todo al diablo y ceder. De hecho, las tengo aquí al lado, "mirándome" mientras procuro no llorar por una situación que haga lo que haga ya no puedo remediar. Aún no hago nada con ellas, pero ahí están. Es como los «cutters», pero en lugar de navajas, comida. Para el caso es lo mismo. Me estoy haciendo daño a mí misma, como los alcohólicos que bebe para matar algo adentro de ellos. Bueno, también tengo un té. Pero si no fuera porque sé que la soda verdaderamente podría hacerme daño, tuviera un vaso grande de Coca Cola aquí conmigo, pero me conformo con que el veneno de elección de esta noche sea un té de manzanilla, y la bolsa de los Doritos del mal.
Me doy cuenta que no es tanto la persona o la situación, sino la elección que tomé, que resultó ser la equivocada, y que ahora veo lo que pudo ser y ya no es. He tenido la oportunidad de verme con esta persona "frente a frente" y pedirle perdón, pero por más que él diga que no pasa nada, que "estamos bien" no lo resuelve. Creo que ni siquiera fue el daño que causé, sino lo que pudo ser, lo que tuve, y lo que dejé ir.
A la vida le urge un ctrl + z. No, ese tiene un límite. Le urge un botón de «restart» para cuando necesitas volver a empezar desde el inicio. Dicen que todos los días es una oportunidad para iniciar de nuevo, pero a veces la jugada ha sido tan mierdera que el «save point» ya no es lo suficientemente bueno.
Al menos, después de unas cuántas lágrimas y una vomitada de incoherencias, ya no se me apetece tanto la bolsa de Doritos.
PD. Sin embargo, sí terminé comiendo.
Mi dieta no ha ibo bien particularmente esta semana. Estoy esperando ansiosamente regresar al trabajo. Tengo una bolsa de Doritos que quedaron de la cena de Año Nuevo con la que planeo amenzarme esperando a que alguien me rescate. Sí, es patético, sé cómo suena: rehén de una bola de Doritos.
No quisiera entrar en detalles profundos sobre la situación que ahorita me atormenta, pero quería dejar en el récord que efectivamente siento una relación entre esto y las ganas de querer mandar todo al diablo y ceder. De hecho, las tengo aquí al lado, "mirándome" mientras procuro no llorar por una situación que haga lo que haga ya no puedo remediar. Aún no hago nada con ellas, pero ahí están. Es como los «cutters», pero en lugar de navajas, comida. Para el caso es lo mismo. Me estoy haciendo daño a mí misma, como los alcohólicos que bebe para matar algo adentro de ellos. Bueno, también tengo un té. Pero si no fuera porque sé que la soda verdaderamente podría hacerme daño, tuviera un vaso grande de Coca Cola aquí conmigo, pero me conformo con que el veneno de elección de esta noche sea un té de manzanilla, y la bolsa de los Doritos del mal.
Me doy cuenta que no es tanto la persona o la situación, sino la elección que tomé, que resultó ser la equivocada, y que ahora veo lo que pudo ser y ya no es. He tenido la oportunidad de verme con esta persona "frente a frente" y pedirle perdón, pero por más que él diga que no pasa nada, que "estamos bien" no lo resuelve. Creo que ni siquiera fue el daño que causé, sino lo que pudo ser, lo que tuve, y lo que dejé ir.
A la vida le urge un ctrl + z. No, ese tiene un límite. Le urge un botón de «restart» para cuando necesitas volver a empezar desde el inicio. Dicen que todos los días es una oportunidad para iniciar de nuevo, pero a veces la jugada ha sido tan mierdera que el «save point» ya no es lo suficientemente bueno.
Al menos, después de unas cuántas lágrimas y una vomitada de incoherencias, ya no se me apetece tanto la bolsa de Doritos.
PD. Sin embargo, sí terminé comiendo.
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